dijous, 27 de març del 2008

La perversión de las palabras

Desde hace unos años se ha puesto de moda denominar las cosas que pueden molestar a la sociedad o que pueden sonar mal de otra manera, haciendo, desde mi punto de vista una auténtica perversión de las palabras. Deben de haber muchos ejemplos, pero reconozco que soy muy desmemoriado y no las recuerdo todas, pero pondré algún ejemplo para hacerme entender.
Yo fui consciente de este fenómeno con los asesinatos masivos hechos por fuerzas militares sobre la población civil. De un día por otro, ya no eran asesinados, ni muertos, ni trágico, eran daños colaterales. La primera vez que oí esta palabra pensé que al bombardear poblaciones civiles con aviones de guerra, estos habían padecido daños o rayadas en los laterales de las aeronaves, pero no era así. La palabra borraba cientos de muertos, tragedias humanas y los horrores de la guerra por una palabra que suena tant bien, que incluso se puso de moda.
Después de este éxito tan rotundo, salieron muchas más. Una que me hacía mucha gracia era la de fuerzas de paz. Se podían ver cientos de soldados armados hasta los dientes, con tanques, cañones y otras muchas herramientas de destrucción, denominarse de paz. Esto sí, para disimular un poco, les cambiaban el casco y no las balas.
Podríamos hablar de las regulaciones de puestos de trabajo, en lugar de decir que te despedirán o moderación salarial, para decir que no te subirán el sueldo, desaceleración de la economía, en lugar de crisis, etc, etc.
Ahora está de moda otras palabras que traen a los políticos y no políticos de cabeza. Los políticos hacen muchas promesas a sabiendas de que no las cumplirán y después tienen que inventarse alguna manera de salir del paso. Un ejemplo es que no se construirá el 4º cinturón (que pasaba por el Vallès), sino el cinturón del Vallès (que pasará por el Vallès).
Y finalmente el lío de los trasvases. Ahora no quiero entrar en sí se tienen que hacer o no, sino con la perversión de las palabras. Trasvase no, captación puntual de agua sí, como si se tratase de llenar una garrafa. ¿Las dos palabras no significan sacar agua de un río y traerlo a otro que no están conectados de forma natural? Y encima nos dicen, cuesta 20 millones de euros, lo montaremos para utilizarlo 6 meses y después lo desmontaremos. Si hacemos números, la broma o la falta de previsión, cuesta más de 3 millones al mes.
Para acabar, creo que los políticos piensan, quizás con razón, que somos tan analfabetos que nos lo creemos todo y por lo tanto se pueden permitir el lujo de insultarnos a la cara a través de juegos malabares lingüísticos. Quizás este es el motivo por el cual interesa que el sistema educativo no funcione, puesto que cuando más inculta sea la población, más sencillo es manipular a las masas.